Los agricultores, tanto aquellos que se dedican a cultivar verduras, como cualquier otro tipo de cultivo, realizan tareas de coordinación para que se desarrolle cualquier semilla que hayan plantado. Un buen ejemplo de ello son los cereales.
Las tareas principales que hace el agricultor son arar, regar, abonar, sembrar, fumigar y recolectar. Es un trabajo ya que requiere de mucho esfuerzo y de estar preparado ante cualquier comportamiento anómalo que se pueda producir en la cosecha y poder reaccionar ante el mismo.
Las principales tareas del agricultor tienen por objetivo preparar la tierra, plantar las semillas y espera a su recolección, ¿Pero esto quiere decir que no tendrá que hacer nada más durante todo ese tiempo? ¡Ni mucho menos! Lo cierto es que hay muchos trabajos de mantenimiento que se deben de llevar a cabo.
A continuación, voy a hacer un repaso de las más habituales.
Tareas que hace un agricultor desde la siembra hasta la recogida
Diferentes cultivos
Los agricultores modernos se especializan en crear diversidad. Mientras están gestionando un determinado cultivo, es muy posible que estén trabajando también en 2 o 3 o en otros tantos al mismo tiempo.
Obviamente, teniendo en cuenta el tiempo que se necesita para que un cultivo crezca y se desarrolle, el agricultor puede invertir el tiempo restante en más cultivos.
Fertilización adecuada
La aplicación de fertilizantes químicos ayuda a incrementar el rendimiento del cultivo, además de la calidad de los productos de la cosecha. Los agricultores saben cómo hacer los cálculos de la fórmula para conseguir optimizar los resultados.
En estos últimos años, la calidad de alimentos que consumen los seres humanos es más importante que nunca, mucho más que la cantidad que se produce. Es por ello, por lo que los agricultores no pueden utilizar cualquier tipo de fertilizante, sino uno de calidad que realmente les ayude a mejorar el rendimiento.
Todo esto comprende un complejo y extenso trabajo de investigación y estudio, algo que no se puede aprender de la noche a la mañana.
En cualquier caso, el agricultor, antes de utilizar ningún tipo de producto, buscará el asesoramiento adecuado si se sale fuera de su campo de especialización. Hoy en día, gracias a las nuevas tecnologías, es mucho más fácil que nunca conseguir información sobre casi cualquier producto.
Uso de bactericidas para combatir plagas y bacterias
Aunque hay muchas bacterias que son positivas para un cultivo, que incluso le ayuda a crecer, otras son letales, pudiendo causar la muerte no sólo de una planta en sí, sino de todas las de alrededor.
Es muy común que las bacterias y las plagas lleguen a tu cultivo, especialmente si las condiciones climatológicas son complicadas, o si no se han tenido muy en cuenta las necesidades del mismo. Por ejemplo, en el caso de que el terreno tenga una humedad muy elevada, esto podría hacer que se presenten hongos, por lo que tendríamos que usar un producto que acabase con ellos.
El problema de utilizar estos compuestos es que pueden afectar drásticamente a la integridad de la propia semilla, planta o fruto, acabando con ella o haciéndola inapropiada para el consumo humano.
Al agricultor se le complican las cosas en este punto:
- Por una parte, debe identificar correctamente la cosecha, tiene que saber qué tipo de bacteria, plaga u hongo está intentando destruir, y elegir un producto adecuado en consecuencia. La elección de un producto inadecuado podría resultar letal.
- Debe de controlar la cantidad exacta de compuesto que debería aplicar. Una cantidad muy baja no sólo no matará a las plagas o bacterias, si no que podría hacerlas más fuertes. Una cantidad muy elevada las matará, pero probablemente también afecte al cultivo.
- Tendrá que controlar el momento exacto en el que se debe de fumigar. Algunos venenos tan sólo se aplican una vez por temporada, mientras que otros requieren de hacerlo con una frecuencia diaria, semanal, mensual…
- Y también controlará si el producto que está aplicando tiene algún tipo de efecto. Es posible que, por algún motivo, no funcione. En este caso, y antes de que la situación se complique, quizá debería utilizar algo mejor.
Respeto de dosis y tiempos recomendados por la Administración
El agricultor debe de conocer que dosis utilizar de los compuestos citados anteriormente, además de los tiempos que se recomiendan por parte de la Administración, por el fabricante, técnico o cualquier otra entidad de importancia.
Todo esto es crucial, ya que así se conseguirá que el producto pueda llegar al consumidor en las mejores condiciones de seguridad alimentaria.
El agricultor actual hace lo imposible por conseguir una cosecha con productos fitosanitarios, y estos cada vez se encuentran más limitados. La razón de esto se debe a que los tratados internacionales se han vuelto muy estrictos al respecto, buscando evitar cualquier tipo de riesgo en la salud del consumidor, además del máximo respeto posible al medio ambiente.
Ahorro de energía
Una de las labores más importantes del agricultor es ahorrar lo máximo posible, tanto en energía eléctrica, como en agua.
En relación al agua, el agricultor toma agua de fuentes autorizadas y es capaz de controlar gota a gota lo que consume. Para ello, emplea sistemas cada vez más eficientes (como el “riego por goteo”). En relación a la electricidad, utiliza sistemas avanzados como variadores de frecuencia, paneles solares, realiza los trabajos en horarios nocturnos para consumir lo mínimo posible, etc.
Registro
Además de todo lo anterior, el agricultor también lleva un registro de cada tratamiento que se realiza, con fechas, marca de producto, dosis que se ha usado…
Conclusión
En definitiva, el agricultor debe de hacer mucho más que preparar el campo para plantar la semilla, y su posterior recolección: tiene que hacer un complejo trabajo de mantenimiento que es incluso hasta más complicado que todo lo anterior.
Hay que tener en cuenta que el más mínimo fallo podría acabar con todo el esfuerzo que tanto ha costado conseguir.
Esta información te concienciará sobre lo importante que es su tarea.