Con el frío del invierno reaparecen las preocupaciones de los agricultores por las heladas en el campo. En este artículo te contamos brevemente sobre las principales características de este fenómeno, sus consecuencias y por qué se deben tomar medidas para evitarlas.
Las heladas en el campo y sus consecuencias
A grandes rasgos, los daños que las heladas causan a las plantas se pueden distinguir en dos tipos. El daño directo o “helada intracelular” se ocasiona cuando se forma hielo dentro del protoplasma de las células. Por oposición, el daño indirecto (o “helada extracelular”) se da cuando el hielo se forma dentro de la planta, pero sin afectar a sus células.
En realidad, las consecuencias que puede traer una helada en el campo dependen en buena medida del tipo de cultivo afectado. Así, respecto de las heladas, las frutas y verduras se clasifican en:
Más susceptibles: por ejemplo, aguacates, boniato, limones, tomates.
Moderadamente susceptibles: brócoli, naranjas, uvas, zanahorias, entre otras.
Menos susceptibles: por ejemplo, col, dátiles, remolachas.
Una helada tiene lugar cuando la temperatura del aire desciende a tal punto que resulta en la muerte de los tejidos vegetales. Sin embargo, las heladas no siempre causan los mismos efectos dañinos. Hay varios factores en juego, como la intensidad y duración del fenómeno y también los relacionados con los cultivos (especie y variedad, contenido hídrico, etapa fenológica, tipo de órgano expuesto).
Los criterios agrometeorológicos suelen establecer 4 grados de daños:
1. Cuando la helada daña órganos vegetativos, afectando las funciones del resto de los órganos.
2. Cuando el frio destruye un gran porcentaje de las flores, impidiendo que muchas se transformen en frutos.
3. La temperatura destruye los frutos en formación y los que sobreviven devienen en deformes.
4. La helada es tan intensa que ocasiona la muerte del cultivo completo.
Las heladas en el campo tienen efectos devastadores sobre la economía. Mejor conocerlos para poder prevenirlos.