El sector agroalimentario se debe adaptar al entorno altamente competitivo en el que se encuentra, asumiendo tanto la innovación y la sostenibilidad como los principales impulsores del sector hacia el futuro. La importancia de fomentar este sector, buscando un futuro asegurado, radica en que se trata de un sector estratégico para comunidades autónomas como Castilla y León, hablando en términos de empleo. En la actualidad, el sector agroalimentario es uno de los pilares de la economía española, por ello debemos proteger nuestra competitividad, evitando conformarnos con lo conseguido hasta ahora y mirando hacia el futuro, logrando una transformación de la forma de producción del sector primario, manteniendo el buen hacer, pero buscando la máxima eficiencia en la comercialización y poniendo el punto de mira en las tendencias que las nuevas generaciones demandan.
Retos del sector agroalimentario
La falta de innovación es uno de los principales retos que el sector tiene, la escasez de nuevas tecnologías o de apuestas más arriesgadas, vienen dado por una parte por la elevada edad media de los agricultores españoles, y por la falta de ayudas de la administración pública para la renovación de las nuevas tecnologías, pese a que parte del sector ya ha empezado a renovar su tecnología de producción, es vital para tener un seguro de cara al futuro que esta renovación se de en todo el sector.
Las exigencias de las nuevas generaciones son un gran reto, y es que los jóvenes son cada vez más exigentes de cara a la alimentación, demandando productos más naturales y con altos valores nutritivos.
Todo nos alerta de que el futuro de la agricultura, alejándose de lo tradicional, desembocará en una agricultura sostenible y una agricultura orgánica.
Tanto la agricultura orgánica como la sostenible utilizan fertilización orgánica, controlando la fertilidad del suelo, y el uso de técnicas de rotación de cultivos, aumentando así las defensas de los cultivos frente a plagas o enfermedades. Además, este tipo de agricultura controla y racionaliza altamente el uso de productos químicos.
Para la renovación de nuestros sistemas de producción, mirando hacia un futuro más ecológico, para adaptar la agricultura tradicional, en primer lugar, tenemos que enumerar los fallos del sistema tradicional. El siguiente paso es evaluar todas las posibilidades de funcionamiento, evaluando la inversión que se deberá hacer y contemplando las limitaciones de recursos a los que estemos sujetos, ya qué nos estaremos enfrentando a un cambio de modelo de producción. Finalmente deberemos realizar pruebas en nuestra explotación, buscando posibles fallos en la misma y realizando los cambios que sean necesarios.
Llegados a este punto es el momento de aclarar en qué consiste la agricultura sostenible, entendiendo las dietas sostenibles todas aquellas con un mínimo impacto ambiental, que favorecen la seguridad alimentaria y nutricional y la vida sana de las generaciones tanto presentes como futuras. Las dietas sostenibles ayudan y fomentan la protección y respeto por los ecosistemas y la biodiversidad, son culturalmente aceptables, económicamente justas y asequibles, nutricionalmente adecuadas, seguras, saludables y colaboran en la optimización de recursos tanto naturales como humanos.
Por ello los cultivos sostenibles deben cumplir una serie de requisitos. Frente a la economía, deben ser explotaciones que aseguren la creación de valor y que favorezcan el crecimiento. Tienen que cuidar el medio ambiente, respetando todos los recursos que utilizan naturales y cuidando el impacto negativo que crea. Tiene que crear un impacto positivo tanto en la sociedad como en la ética, buscando el bienestar de los trabajadores. Se debe evitar el uso tanto de químicos como de pesticidas, que producen un riesgo para la salud, tanto para los trabajadores de las explotaciones agroalimentarias, como para el consumidor final, de esta forma se debe medir en aporte nutricional de los alimentos.