La Comisión Europea ha llegado a un consenso para tomar la decisión de retirar la aprobación del cloripifós y cloripifós metil, pesticidas muy utilizados en cultivos como la soja, el trigo, el maíz o los cítricos, los cuales son de los más vendidos y empleados por los profesionales de la agricultura.
Esta decisión trae consigo un importante inconveniente, ya que los productores europeos no podrán utilizar el producto en su actividad, pero los agricultores de países que no pertenezcan a la Unión Europea seguirán usándolo y exportando sus cultivos para venderlos en nuestros países, por lo que la sustancia estará presente en muchos de los alimentos que podemos encontrar en cualquier tienda.
Efectos nocivos del cloripifós
Las personas pueden entrar en contacto con este fitosanitario en situaciones donde haya sido utilizado para el control de plagas, la fumigación de los cultivos o en lugares donde haya desechos peligrosos. Pese a que es una sustancia que se degrada rápidamente, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), recomienda esperar 24 horas para acudir a los lugares donde se haya utilizado el cloripifós, dados los riesgos que supone entrar en contacto con esta sustancia.
En la salud de los seres humanos, solo con la exposición a niveles bajos de cloripifós puede provocar diferentes síntomas como náuseas, sudoración, mareos, fatiga o cambios en el ritmo cardíaco. Semanas después de haber desaparecido los síntomas, el afectado puede notar debilidad muscular, cambios en sus hábitos de sueño y otros efectos secundarios en el sistema nervioso, los cuales son consecuencia de la exposición al pesticida. En casos donde haya una exposición oral, los afectados pueden llegar a sufrir desmayos, parálisis o incluso la muerte.
¿Cómo afecta la normativa al sector agrario?
Dado que hablamos de un pesticida muy utilizado dentro del sector agrario podemos afirmar que los agricultores europeos se verán perjudicados de manera importante, ya que perderán mucho poder competitivo frente a otros países donde la normativa no se haya aplicado.
Hay que tener en cuenta que, pese a que ya no se podrá utilizar este producto en los cultivos europeos, la comida proveniente de países donde sí este autorizado va a seguir en nuestras estanterías. Esto hace que la prohibición no tenga coherencia si no se aplica un control sobre los productos importados, ya que los consumidores seguirán exponiéndose al mismo riesgo cuando consuman este tipo de alimentos cultivados en otros países.
Retirar del mercado este producto trae, como consecuencia, un gran impacto hacia la actividad de los agricultores europeos, por lo que estos deberían contar con algún tipo de alternativa con la que puedan mantener su posición competitiva frente a otros países. A su vez, las mismas restricciones deberían ser aplicadas para todo producto importado de países que no tengan la normativa vigente, apostando por un estricto etiquetado de origen que permita a los consumidores saber los riesgos que supone este producto en su salud.
Retirar el cloripifós de la actividad agraria supone un grave problema, ya que muchos otros países podrán seguir utilizándolo y vendiendo sus productos en nuestras tiendas. Es conveniente endurecer la normativa de importación y aplicar controles rígidos, dado que la mayoría de ciudadanos no sabe qué es el cloripifós y qué efectos nocivos tiene en la salud, por lo que debe saber en todo momento los riesgos que conlleva el comer alimentos donde haya sido utilizado este pesticida.