Ya se encuentra en capilla “Los latidos de una pluma”. La Cooperativa de Crédito de Macotera y la mano impulsora de la pluma han caminado del brazo, con plena sintonía, en el empeño de sacar a la luz su publicación, con la finalidad de contribuir con el resultado de su venta a mitigar la angustia de los afectados de la DANA en Valencia.
La pluma ultimó, hace unos días, “Los latidos de una pluma”, y cuando se quedó sin tinta, empleó el tiempo en seleccionar 77 relatos de los cientos que ha publicado en los distintos medios a su alcance, y los ha subido a un anaquel, que titula “ Los latidos de una pluma”, compendiados en nueve apartados que nomina: “Inicios”, “Tras el rescaño”, “Soy de ayer”, “Mujeres emprendedoras”, “Vamos al cole”, “Los monumentos más singulares del pueblo”, “Tradiciones”, “Los despoblados” y “El senderismo”.
Arranca con el Principio, cuando la pluma comenzó a ser ella; de cuando el pueblo se asentó en el cerro Mendero, entre otros inicios; de las fatigas, que han tenido que soportar y soportan los macoteranos: el chalán, el lanero, el labrador, jornalero, la industria harinera, pasando por el jamón de Prim, el bacalao de los Bueno y la morcilla de Jorgín, para llevar el pan a sus familias; de las distintas fases de promoción personal, por las que hemos caminado desde la cuna, la escuela y el colegio libre; un repaso por los monumentos más singulares del pueblo: la plaza, su fuente, el silo, la residencia de “El Cerro”, entre otros; de las mujeres emprendedoras: las bordadoras, la señora Máxima, mujer paladina con su taller de camisas, la “Fashion” de Isabel la Mancheguina, la abuela Barrosa, la señora Anita y su café; la señora Francisca, escudera, de su padre labrador…; Y muchos más pasajes por citar, hasta 77.
Puedes conseguirlo: en la Cooperativa de Crédito de Macotera, en el taller de confección “MACOTEXTIL”, en la Farmacia y en el kiosco “La Candy”.
Me comunican de mi interior que la pluma se despide, lo deja tras sesenta y pico años deslizándose por planicies blancas de papel o de pergamino de piel de cordero, curtido en las tenerías de Pérgamo en su origen y en otros lugares del orbe después.
Me dicen que la pluma lo deja porque, de tanto rodar por tantos senderos, se ha quedado sin fuerza y sin textura para servir de uso. Su punta ha quedado tan roma que se ha convertido en muñón y que ha llegado ya hasta las cerdas o filamentos, pues ya ha cumplido con su labor.