¿Te has preguntado alguna vez por qué no se hacen más billetes para solucionar los problemas económicos? Bien, la respuesta es fácil, ello conllevaría inflación. La inflación no es mala, pero en exceso puede ser muy perjudicial para nuestra propia economía.
¿Qué es la inflación?
La inflación puede definirse como la subida continuada de los precios de los bienes y servicios que llevamos consumiendo durante un tiempo. Este aumento de los precios impacta de forma directa en el poder adquisitivo de las personas y en la rentabilidad de sus ahorros.
Lo que produce es que todos los productos sean un poco más caros, además de un incremento en el costo de la vida, pues provoca que nuestro dinero y el poder adquisitivo de la moneda pierdan valor.
Otra forma de definir la inflación es sumirla en un proceso económico que conlleva cierto desequilibrio entre la demanda y la producción, obteniendo el mismo resultado, una subida del nivel de precios. A pesar de parecer algo muy negativo, no lo es tanto si se controla.
La forma de medir la inflación es a través del Índice de Precios al Consumo (IPC). Este dato varía durante los diferentes períodos de la economía, dependiendo de la situación en que nos encontremos.
¿Qué causa la inflación?
La inflación puede aparecer por diversos factores, pero vamos a nombrar los tres principales:
- El precio de un bien o servicio puede verse incrementado cuando aumenta la demanda del mismo. Por ejemplo, cuando hay partidos de fútbol importantes, el precio para contratar los servicios televisivos aumenta.
- Otra de las causas se ve en la subida de los precios de los recursos necesarios para la fabricación de un bien. Por ejemplo, si tengo un taller y aumenta el precio de las piezas, tendré que cobrar más caro mi servicio.
- Cuando el Estado produce más dinero para estimular a los ciudadanos para consumir. Pues, si hay más dinero, las personas gastarán una mayor cantidad. Aunque, si la producción no va al mismo ritmo, el precio subirá debido al aumento de la demanda.
Efectos de la inflación: cuáles son las consecuencias
En general, la inflación no repercute de forma positiva en nuestros bolsillos. El ejemplo claro lo encontramos en los préstamos e hipotecas, donde aumentará el tipo de interés y provocará una disminución de la petición de créditos.
En los impuestos, subirán las deducciones en función del aumento de la inflación. También se verán afectadas las pensiones y los salarios, pues estos se actualizan dependiendo de la variación de la inflación.
Por desgracia, los precios de los productos que se consumen a diario por los ciudadanos son los que más afectados se ven con la subida del IPC.
En conclusión, la inflación es un problema que afecta a todos por igual, pues supone una subida generalizada de los precios de los bienes y servicios que consumimos a diario. Es importante aprender a proteger y administrar nuestro poder adquisitivo, pues, aunque la inflación no sea tan negativa, sí que puede llegar a afectar a nuestros ahorros.